Ruta en De España a la Camarga
Aigues Mortes
Primer e ilusionante día de nuestro viaje que nos llevó a transitar por Francia desde La Camarga, Auvernia, Ródano Alpes, Alta Saboya con el objetivo de llegar a Italia habiendo pisado ligeramente territorio suizo, para finalmente cruzar la frontera de Italia y Suiza por el túnel del Gran San Bernardo llegar hasta Valle de Aosta. Desde allí comenzaríamos la segunda parte de este viaje de 2019 en el visitaríamos otras dos fantásticas regiones del país transalpino, Lombardía y Piamonte.
Nos levantamos muy pronto y sobre las 5:45 estábamos en ruta realizar los más de 1000 y pocos kilómetros nos esperaban. Al final lo hicimos con 3 paradas y sobre las cuatro de la tarde llegamos a Aigues Mortes, que decidimos sería población histórica que visitaríamos en la Camarga, tanto por su ubicación aparentemente adecuada en ese periplo viajero transitando hacia el este francés, como por los atractivos propios de una ciudad amurallada.
El alojamiento que teníamos reservado para pernoctar se encuentra a 25 kilómetros de Aigues Mortes en la tranquila población de Saturargues, y en el trayecto está la ciudad de Lunel a la que también pretendíamos echar un ojo, pero después de una pequeña vuelta con el coche no nos atrajo lo suficiente. El sentido común, suponemos que alimentado de forma principal por el cansancio acumulado después de la kilometrada hecha en el día, provocó la renuncia a patear por las calle de Lunel.
Desplazamiento de La Granja de San lldefonso hasta Saturargues pasando por Aigues- Mortes.
1048 km
A.-San Ildefonso (Segovia)
B.- Aigues Mortes (1023 km)
C.- Satrurargues (25 km)
AIGUES MORTES
8.400 habitantes
El nombre de Aigues Mortes remonta a la época romana y se llamó así por ser una zona pantanosa, en la que el pueblo no existía y únicamente se encontraban en la zona marismas y pantanos. Se fundó en el siglo XIII el rey Louis IX con el propósito de desarrollar el comercio con Italia y Oriente, convirtiéndose en el primer puerto en el Mediterráneo del Reino de Francia.
Se trata de un pueblo totalmente fortificado, con uno perímetro de murallas de aproximadamente 1600 metros y 20 torres. Es un pequeño y tranquilo pueblo en invierno pero en verano la afluencia de turistas es desbordante. Conviene aparcar en cualquiera de los parkings que hay fuera de intramuros y preparados para acoger a las hordas de turistas que visitan Aigues Mortes, especialmente en el periodo estival.

Nosotros no paramos en los primeros estacionamientos que encontramos al llegar a la ciudad si no que dimos la vuelta al recinto amurallado para dirigirnos hacia el sur de las murallas donde estacionamos en el parking P5, ubicado en la parte más próxima a las rosáceas marismas que rodean la población.
Como decimos, a pesar de lo implícito de su nombre, la vida que le rodea es totalmente contradictoria porque estas marismas y salinas rosadas están llenas de vida, tanto por la Artemia, que es un pequeño molusco que da ese color a las salinas de la zona y que alimenta a los flamencos que de estas marismas obtienen sus principales recursos nutricionales, alimenticios así como colorantes. El espectáculo que se disfruta desde esta zona, tanto de las marismas como de las murallas es sublime.









Desde esta zona accedimos al interior del recinto amurallado desde las Puertas des Moulins, las más próximas a las marismas salinas que fueron la principal fuente de riqueza de Aigues Mortes durante el medievo. Se llaman así porque tenían dos molinos de viento en el siglo XVII.



Inmediatamente nada más acceder continuaremos el recorrido por la Calle Théaulon que conduce de forma directa hasta la Place San Luis, en la que los comercios, restaurantes y las terrazas de estos lo invaden casi todo, dejando espacio mínimo. Eso y que en verano el número de turistas es muy considerable, hace que el recorrido por el centro del Aigues Mortes no sea el ejemplo de absoluta paz y tranquilidad. A pesar de estos pequeños peros, el paseo por la ciudad sigue siendo encantador.
En el centro de la plaza hay una fuente rematada por la estatua de San Luis que data del año 1879.


En la Plaza también encontraremos la Iglesia Notre-Dame des Sablons posiblemente construida con anterioridad a las murallas, sin que se conozca con exactitud sobre su fecha de construcción y se cuenta que en el siglo XIII el rey Louis IX preparo la partida de Francia para las cruzadas en dos ocasiones desde Aigues Mortes, siendo Notre-Dame des Sablons testigo del embarque para las cruzadas. Construida inicialmente en estilo gótico, ha tenido varias modificaciones a lo largo de su historia.



Continuamos callejeando para dirigirnos hacia la zona noroeste de las murallas, para ver las inmediaciones de la Torre Constance, que pertenecía al antiguo castillo de la ciudad y único elemento del mismo que queda en pie. Se construyó en del año 1242 al 1254. Se puede visitar el interior cuestión que nosotros declinamos tanto por falta de tiempo, como por haber hecho la «Visita Virtual» en la página de los Monumentos Nacionales de Francia. Desde allí también se puede hacer un recorrido por el camino de ronda de las murallas, que también tuvimos que dejar porque preferimos recorrer caminando el interior del pueblo. Desde este camino de ronda lo que si se obtienen son unas muy buenas vistas de las marismas y canales que rodean la ciudad.
Muy cerca de la Torre Constance se encuentra otra de las Puertas de la Ciudad, la llamada Porte la Gardette.







El camino lo continuamos deambulando sin un rumbo preestablecido, por la zona de la murallas y camino hacia el este en dirección a la Porte des Cordeliers por la Rue Baudin donde poco a poco una vez abandonamos la zona más céntrica, nos encontramos con rincones muy especiales y mucha más tranquilidad.




Desde allí volvimos hacia la Plaza del Viguerie en la que se ubica otra de las iglesias más importantes de la ciudad, la Capilla de los Penitentes Grises y que data del año 1400.



Seguimos disfrutando de un relajado paseo por estas zonas tranquilas de Aigues Mortes, pasando por alguna que otra puerta sur de las murallas y finalmente con plena satisfacción pusimos fin a la visita.







Nos desplazamos hasta Saturargues para pasar la noche y descansar dejando sin visitar, como explico al principio de la entrada, la ciudad de Lunel.