Rutas

Día 5. Ruta de 8 días por Norte de Argentina.


Ruta en coche desde Salta a  Tilcara.

Quebrada del Toro, San Antonio de los Cobres, Salinas Grandes y Cuesta de Lipán, La Quebrada de Humauaca, Purmamarca y Maimara.


Día de muchos kilómetros con grandes tramos de ripio, en especial al principio y hasta llegar a San Antonio de los Cobres. Posteriormente 100 kilómetros de continuo ripio en no muy buen estado desde esta población y hasta el espacio natural de Salinas Grandes, que se trata de un gran salinar de más de 12.000 hectáreas situado a 3500 metros sobre el nivel del mar. 

Nos quedamos casi sin aliento ante lo que nos estábamos encontrando. Las fotos hechas, y aquí expuestas algunas de ellas, creo que no hacen reflejo absoluto de la belleza que abunda en este recorrido.

Desde Salinas allí y hasta Tilcara, carretera asfaltada para adentrarnos en la Quebrada de Humahuaca, considerada Patrimonio de la Humanidad. Me atrevo a decir que esta Quebrada, con su variedad de formaciones geológicas, con los intensos y cambiantes colores de las «pintadas» montañas y su intensa vida cultural, es uno de los lugares más sorprendentes y bellos que haya podido conocer este humilde viajero.

Desayunamos en el Hostal el Relax sobre las ocho y media de la mañana de forma abundante, suficiente para darnos fuerzas en el largo día que nos esperaba.


364 Km

Salta

Campo Quijano (37,6 km)

Quebrada del Toro (26,50 km)

Santa Rosa de Tastil (48,6 km)

San Antonio de los Cobres (60,4 km)

Salinas Grandes  (101 km)

Purmamarca (65,5 km)

Tilcara (7,6 km)

CAMPO QUIJANO

TREN DE LAS NUBES

El primer lugar por el que pasamos fue por Campo Quijano conocido como el portal de Los Andes porque allí comienza la Ruta 51 que lleva hacia la Puna de Atacama, meseta de alta montaña que se ubica en un 85% de su extensión en Argentina y el 15% restante en Chile. Esta meseta de alta montaña tiene una extensión de 185.000 kilómetros cuadrados y una elevación de hasta 4500 metros sobre el nivel del mar.

En Campo Quijano también es muy conocido porque por allí pasan las vías del famoso Tren a las Nubes, considerado uno de los trenes del mundo que transitan por las más elevadas altitudes posibles, puesto que en 217 km pasa de los 1187 metros de altitud de la Ciudad de Salta, a los 4200 metros que tienen las vías en el punto culminante del Viaducto de la Polvorilla.


Una de las opciones es hacer el recorrido con el tren pero implica muchas horas tanto para la ida como para la vuelta, puesto que sale a las seis y media de la mañana de Salta y vuelve sobre las nueve de la noche.

Nosotros no lo tuvimos en cuenta y preferimos hacer el recorrido en coche por la Ruta 51 que en muchos momentos va siguiendo el mismo recorrido que hacen las vías del tren por la Quebrada del Toro.

En Campo Quijano todavía se observa una espesa vegetación, antes de adentrarse en la Quebrada del Toro camino de la Puna, lugares en los que empezarán a predominar paisajes desérticos y ásperos, pero no exentos de una sublime belleza.

Inmediatamente después de abandonar Campo Quijano la ruta comienza a adentrarse en la llamada QUEBRADA DEL TORO, que se extiende hasta la población de Puerta Tastil, siguiendo el cauce del Río Blanco. 

Ofrece paisajes excepcionales en los que se entremezcla la salvaje naturaleza, con las vías , puentes y viaductos de la estructura propia del Tren a las Nubes.

El proceso de repaso de las  fotos que tiramos en la Quebrada, para al final decidir cuales serán las incorporadas al blog, es complicado porque me veo en la obligación de descartar muchas que podrían ser elegidas también al igual que las que va aparecer. Son muchas fotos las que hicimos en la Quebrada, muchas las que descarto y evidentemente, muchas también las que voy a incorporar. Tanta belleza no debía quedar escondida en mis archivos.

En los primeros kilómetros de la Quebrada del Toro, el color verde y una suave vegetación, todavía cubre las laderas de las montañas entre las que discurre la ruta 51 y las vías del Tren a Las Nubes,

Pero este dominio de la vegetación va dejando paso conforme avanzamos, a paisajes más agrestes, más desérticos definidos por las más variadas formas geológicas, como por la aparición de los primeros tramos montañosos coloridos, anticipo de lo que nos íbamos a encontrar más adelante en la misma Quebrada del Toro como al final del día en la excepcional y única Quebrada de Humahuaca.

Estas descarnadas montañas que muestran sus capas coloridas, se hacen más frecuentes, no quedándonos otras opciones que la de parar en muchas ocasiones para plasmar y guardar en la cámara lo que los ojos casi no pueden creer estar viendo.

En el final de la Quebrada se va diluyendo este colorido, pero la misma se despide del viajero ofreciendo al final de sus límites geográficos unas postales también maravillosas.

En el trayecto dentro de la Quebrada se pasa por varias pequeñas poblaciones de pequeñas iglesias, para al final en Santa Rosa de Tastil encontrar unas famosas ruinas arqueológicas, en las que estuvo ubicada una población precolombina, considerada una de las más grandes que existieron en territorio de Argentina. Nosotros teníamos muchos kilómetros por delante y después de haber conocido las ruinas de Quilmes, cerca de Cafayate, decidimos no dedicar tiempo a esta visita.

La carretera casi sin darnos cuenta nos había elevado desde los 1187 metros de Salta hasta los 2500 metros de altitud, pero todavía debíamos seguir ascendiendo hasta los casi 4.000 metros de San Antonio de los Cobres. En los siguientes tramos, todavía de carretera asfaltada empezamos a presenciar de forma más próxima montañas de grandes dimensiones.

Nos topamos con pocos vehículos en el trayecto, eso sí algunos de empresas de servicios turísticos muy curiosos.

Pasados estos tramos de montaña por una muy buena carretera asfaltada, ya en la planicie cerca de San Antonio, el incómodo ripio se vuelve a hacer visible y mal compañero de viaje. La incomodidad de la conducción en estos kilómetros se hará un poquito más agradable, gracias a la casi continua compañía de los animales propios de etas latitudes, como burritos, guanacos, llamas, etc, etc

SAN ANTONIO DE LOS COBRES

Llegamos a San Antonio que nos dejó pocas atractivas imágenes  turísticas, pero algunas dignas de estudio sociológico o antropológico.

Se trata de una población de unos 5000 habitantes, ubicada a casi 4000 de altitud sobre el nivel del mar, que le otorga ser la segunda población de mayor altitud de Argentina.

La vida en estas latitudes para los lugareños debe ser terriblemente dura por unas condiciones climatológicas extremas generalmente con mucho frío y fuerte viento, que en combinación  con el  ambiente desértico que rodea el pueblo y con la mayor parte de sus calles sin asfaltar de tierra, hacen que el polvo cubra a las personas, casas, vehículos.

Las casas de adobe predominan entre las edificaciones locales. En todo caso cuando nosotros pasamos por el pueblo había mucha animación en las calles en las que vimos todo tipo de gentes e incluso  animales paseando por las mismas.

San Antonio de los Cobres tiene cierta fama por ser una de las paradas del Tren a las Nubes y estar muy cerca del Viaducto de la Polvorilla, el más conocido de todos por los que transita el Tren a las Nubes. Intentamos llegar hasta el mismo puesto que se encuentra a solo 18 kilómetros de San Antonio.

El GPS nos llevó de forma equivocada y cuando quisimos rectificar se nos hacía demasiado tarde porque todavía nos quedaban muchos kilómetros hasta llegar a destino, teniendo un tramo de 100 kilómetros de ripio para llegar hasta Salinas Grandes y 100 kilómetros en ripio pueden ser como mínimo dos horas y media de desplazamiento. Así que con pesar , volvimos sobre nuestros pasos hasta San Antonio para tomar la Ruta 40 en dirección a este conocido y gran Salinar de altura.

Es un tramo bastante molesto de conducción, en el que las piedras del camino golpeaban de forma continua los bajos del Dacia Duster, pero en el que pudimos disfrutar de parte de la fauna local en bellos parajes desérticos.

No encontramos prácticamente asentamientos humanos en casi todo el trayecto, ni nos cruzamos con otros vehículos salvo en los tramos finales en los que topamos con algunas cabañas de adobe aisladas, eso sí con su placa solar en el techo o algún minúsculo pueblo con curioso cementerio.

Al final de  este duro recorrido llegamos a un lugar espectacular, las llamadas Salinas Grandes.

SALINAS GRANDES

Se trata del tercer mayor Salar de Sudamérica con aproximadamente 12000 hectáreas que consiguen trasladarnos la sensación de estar frente a un enorme desierto blanco. Se encuentran en la provincia argentina de Jujuy a 3500 metros sobre el nivel del mar, en plena Puna de Atacama, muy cerca de la provincia también argentina de Salta y del paso de Jama a 190 km, que comunica los países de Argentina y Chile.

Su avistamiento impresiona y el mejor momento para visitarlas debería ser aquel día en que hubiera llovido por ejemplo la noche anterior, llegando al día siguiente en un día soleado que convierta a esta extensión en un enorme espejo que refleja con intensidad el azul del cielo, las nubes y las cordilleras montañosas que rodean el gran salar.

Nosotros no tuvimos la suerte de la lluvia el día de nuestra llegada pero al menos encontramos el cielo totalmente despejado, destilando todo el entorno una belleza incomparable.

Previamente incorporaré fotos encontradas en la red para mostrar la sublime belleza del salar si tenéis la suerte de encontrarlo con esos 5 centímetros de agua. Y a continuación incorporo en el blog una parte de las numerosas fotos que hicimos con nuestras cámaras. Por lo tanto, las siguientes fotos muestran lo que nos perdimos por la ausencia de lluvias. (lástima).

Y las siguientes, ya si que son las que tomamos nosotros mismos.

Emocionados como estábamos nos montamos en el Dacia Duster para poner rumbo a uno de los destinos estrella de nuestro periplo viajero por el Norte de Argentina, la Quebrada de Humahuca, patrimonio de la humanidad que nos esperaba dispuesta a ofrecernos sus descarnadas y coloridas montañas que son capaces de emocionar los sentidos y el corazón de todo aquel que se deje caer por la Quebrada.

Hasta este momento del viaje habíamos conseguido gozar con todo tipo de parajes naturales , montañas ,pueblos pero lo que no sabíamos con certeza es que nos faltaba por ponerle la guinda al pastel y esta iba a ser la llegada a la Quebrada de Humahuaca, que consigue emocionarte de una forma casi mágica.

Desde Salinas Grandes hasta el inicio del descenso a la Quebrada por la Cuesta de Lipán, se hace en una ligera subida que nos llevará desde los 3500 metros hasta los 4170 durante 40 kilómetros de carretera ya siempre asfaltada, en los que empezamos a recibir como agradable aperitivo, imágenes de montañas, de cerros en los que el color empieza a hacerse dueño de los mismos. En este ascenso sufrimos un poco los efectos de la altura que nos provocó un ligero dolor y molestia de cabeza.

Iniciamos el descenso de la conocida Cuesta de Lipán que en su punto más alto, el llamado Abra de Potrerillos alcanza la altitud de 4170 metros. Esta cuesta lleva hasta la población de Purmamarca que se encuentra a 25 kilómetros de distancia y salvando un desnivel de 1900 metros puesto que Purmamarca se eleva hasta los 2300 metros de altura.

Este descenso nos resultó espectacular de principio a fin. Tanto en los primeros tramos como en los intermedios y en los finales no pudimos casi pestañear porque lo que vas viendo te impide cerrar los ojos por el temor a perderte a la salida de cualquier curva un paisaje sorprendente. Ahhhh, los ojos  no se deben cerrar y así se hace de forma consciente, pero lo de quedarse también boquiabierto en cada momento es algo automático, natural e inevitable ante tanta belleza en cada milímetro del descenso.

En los primeros tramos del descenso se aprecia la magnitud de la montaña con las nubes dejando sobresalir solo los cerros de mayor altura. Los paisajes reflejan aridez,  así como las huellas de la erosión que durante siglos han ocasionado en estas tierras los movimientos tectónicos, el aire y el agua, dejando agrietadas montañas en las que además en estos primeros kilómetros, empiezan a verse aparecer algunos de los colores de esta privilegiada naturaleza, que conforme vamos descendiendo se hacen más evidentes tanto por la intensidad como por la variedad de los mismos.

Pronto empiezan a asomar nuevos colores. Verdosos, ocres claros, azulados, se van entremezclando en unos  paisajes sorprendentes a cada paso.

Aparecen más adelante  nuevos  colores, anaranjados, rojizos y violáceos, mezclados con los primeros colores que observamos, en perfecta armonía.

Ya en los tramos finales cerca de Purmamarca, la explosión de colores es brutal.

QUEBRADA DE HUMAHUACA

La Quebrada con  sus maravillosos paisajes creados por una compleja historia geológica, sus poblaciones, caseríos y ciudades que conservan vestigios precolombinos y coloniales, así como la existencia y conservación de antiguas culturas como Omeguaca y la Quechua hicieron que se designase en el año 2003 a esta zona geográfica como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

En este día y en los dos siguientes intentamos visitar los lugares más emblemáticos de la Quebrada comenzando en primer lugar con la población de Purmamarca.

PURMAMARCA

Purmamarca es una pequeña aldea de solo 510 habitantes, origen prehispánico. En el siglo XVII, concretamente en el año 1648, se definió su trazado entorno a la Iglesia de Santa Rosa de Lima, extendiéndose desde allí, sus pequeñas casas de adobe y techos de cardón con tortas de barro.

Cuando llegamos había un ambiente extraordinario con muchos turistas recorriendo sus callejuelas. Un colorido mercado se fija en su plaza principal, en la que se pueden encontrar todo tipo de productos artesanos locales. 

Entre ellos, numerosas prendas de vestir de intensos colores, que viendo las montañas que rodean Purmamarca, resulta fácil adivinar de dónde les cae la inspiración a los artesanos para realizar sus creaciones.

Caminando por sus calles, elevando la vista por encima de las casas se puede divisar el Cerro de los Siete Colores, que resulta ser uno de los símbolos del pueblo, postal principal no solo del mismo, sino también del norte argentino.

Para disfrutar plenamente del cerro decidimos subir hasta su mirador. Tuvimos que pagar 3 pesos argentinos y pudimos acceder a un pequeño cerro que se encuentra justo enfrente del Cerro de los Siete Colores.

Otro de los recorridos que no deberían faltar si se llega hasta Purmamarca es el Paseo de los Colorados.

Nos informaron de forma equivocada, indicándonos que solo se podía hacer caminando y que eran 45 minutos de recorrido. Estábamos verdaderamente cansados, estaba atardeciendo, por lo que muy a nuestro pesar decidimos no hacer esta caminata.

Posteriormente me enteré que este paseo, es también transitable en coche. Son aproximadamente 3 kilómetros y de haber conocido la posibilidad de haberlo hecho en coche no nos lo habríamos perdido, porque es otra de las principales atracciones de Purmamarca.

Con estas consideraciones nos pusimos de nuevo en ruta para ir hasta la población de Maimara, disfrutando de bellas postales durante el trayecto de 19 kilómetros.

MAIMARA

Población de 2200 habitantes, cercana a Tilcara en la que habitaron poblaciones indígenas de maimarás y tilcaras, y en la que se conservan vestigios de estas culturas.

Tiene como principal atractivo turístico la llamada «Paleta del Pintor» y un curioso cementerio situado al borde de la ruta, con el espectacular fondo de la Paleta del Pintor.

La llamada Paleta del Pintor es un accidente geográfico situado justo enfrente de la población, y que transmite la sensación de ser obra de una mano divina, porque al mirar uno tiene la sensación que las montañas hubieran sido pintadas con semejante armonía de forma intencionada con toda variedad de colores que van desde los amarillos, anaranjados, rojizos, ocres a tonos salmón. Todo un espectáculo digno de ser observado.

Sobre la Ruta 9 se puede divisar el curioso cementerio ubicado en un cerro sobre el fondo de la paleta del pintor, con numerosas cruces, esculturas y pequeñas bóvedas.

Sobre las seis y media de la tarde después de un intenso día llegamos a Tilcara, que visitaríamos al día siguiente puesto que decidimos pernoctar durante dos noches en está bonita población.

Llegamos con mucho apetito, motivo por el que dejamos nuestros equipajes en el Hotel Norte Rupestre y rápidamente nos bajamos hasta la zona de restaurantes del pueblo, para después de echar un vistazo a las cartas y opciones de cada uno de ellos , nos decidimos por La Peña de Carlitos, en la que además se come lo suficientemente bien a un precio más que razonable con amplias raciones y disfrutando todas las noches del espectáculo de folclore de artistas locales, entre los que destaca el propietario del Carlos Cabrera conocido cantautor local.

Nos tomamos dos grandes cervezas locales, una roja y otra rubia acompañadas con empanadas argentina, una muy grande ensalada de tomate, papines, cebolla y queso de cabra. Una enorme milanesa con guarnición de  arroz cerró la cena.

La peña estaba a tope de clientes, tanto esta noche como la siguiente, motivo por el que aconsejo pasar pronto por la misma si se elige esta opción. El resto de restaurantes de la población no los vimos tan animados como este.

El día fue extraordinario en lo turístico, pero estábamos agotados. De este modo, cenamos y nos fuimos relativamente pronto al Hotel. El día siguiente, la Quebrada de Humahuca, nos depararía nuevas emociones.


 

 

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