Ruta en coche desde Cafayate a Salta
San Carlos, Quebrada las Flechas, Molinos, Seclantas, Cachi, Cuesta del Obispo y Salta.
El destino final del día debía ser inevitablemente la ciudad de Salta en la que teníamos previsto dormir un par de noches. La duda era cual debía ser el camino más apropiado para llegar a destino. La opción más cómoda, corta y directa es la utilización de la Ruta Nacional 68 de muy buenas condiciones y asfaltada en su totalidad, pasando de nuevo y entre otros lugares por la Quebrada de las Conchas.
Previamente había leído bastante al respecto de la segunda opción, bastante más larga e incómoda porque siguiendo la Ruta 40 nos debíamos encontrar con bastantes tramos de ripio, Como premio si elegíamos esta alternativa nos encontraríamos con algunas joyas de la arquitectura colonial andino argentina como es el caso de Cachi del que había leído maravillas, así como excelsos parajes como la imponente Cuesta del Obispo.
Preguntamos en nuestro alojamiento de Cafayate acerca de esta segunda alternativa, y así como el propietario Gustavo nos quitó las ganas, su mujer al día siguiente nos dijo que no debíamos tener problema porque el trayecto a pesar de ser largo y algo pesado, no debía verse alterado por condiciones climatológicas como la posibles lluvias anunciadas por algunas páginas de predicción. Nos dijo que era muy raro que lloviera en el trayecto, debido a que la pluviosidad de la zona es casi nula a lo largo de todo el año, y al igual que la cabra tira al monte la decisión para nosotros fue puramente instintiva y la propia de nuestra ya conocida naturaleza viajera esa que nos hace casi siempre inclinarnos casi siempre por aquella opción que más atractivos ofrece con independencia de las dificultades del camino o ese exceso de kilómetros para otros insalvables.
Con estos datos y la información previa obtenida en varias páginas de internet , decidimos hacer el trayecto más largo de 329 kilómetros, en los que lo peor con lo que te vas a encontrar son esos largos tramos de ripio que hacen la travesía más lenta de lo que indicarían los propios 329 kilómetros por carreteras asfaltadas. Esa información previa nos aventuraba que madrugando era posible hacer todo el trayecto en un solo día, disfrutando de algunas paradas en los puntos intermedios del trayecto.
De este modo, decidimos madrugar bastante y a eso de las seis y media de la mañana estábamos desayunando, para una vez lleno el buche despegar, camino de Cachi. Primero una vez repostamos y adecentamos nuestro Dacia limpiando sus cristales, a estas alturas con bastante mierdecilla que impedía una correcta visión, no solo del camino, también de los muy bellos paisajes y parajes con los que nos íbamos a topar.
329 km
Cafayate
San Carlos (19,9 km)
Molinos (46,6 km)
Seclantas (25,8 km)
Cuesta del Obispo (58,7 km)
Salta (109 km)
SAN CARLOS
Siguiendo la ruta 40, en este caso asfaltada y a unos 25 kilómetros de Cafayate, encontramos esta pequeña y bella población de San Carlos de unos 3300 habitantes.
Considerado uno de los pueblos más antiguos de la provincia, se dice que debió ser fundado en cuatro ocasiones debido a que la población indígena impidieron el asentamiento definitivo, hasta que en 1630 los jesuitas establecieron una misión bajo la protección de San Carlos Borromeo que terminó dando nombre al pueblo y convirtiendo el 4 de noviembre en la fiesta patronal local.
San Carlos es un pequeño y agradable pueblo que conserva su aspecto colonial con casas de adobe y ladrillo cocido en sus estrechas calles.



Inmediatamente después de salir de San Carlos comenzamos a «disfrutar» de los primeros kilómetros de pistas de ripio aunque estos primeros tramos, estaban en bastante buen estado haciéndose relativamente fácil la conducción, eso si procurando nunca superar las velocidades aconsejadas ( entre 50-60 km/hora)
Y una vez en ruta, la rutina de los últimos días se volvía a repetir, asombrados por tanta y tan diferente belleza que la naturaleza genera en estos parajes, en los que las más variadas composiciones y formas geológicas hacen que allá donde fijes la vista te encuentres una formación con colores y geomorfológicamente diferente a otra que se encuentran tan solo unos kilómetros adelante o atrás.


Siguiendo la Ruta 4 encontramos algunos ranchos aislados, pequeñas iglesias sin aparentes núcleos de población cercanos, e incluso algunos curiosos negocios abandonados.





Los paisajes que ofrece la ruta, según avanzamos en dirección a la famosa Quebrada de las Flechas, siguen siendo sorprendentes por las variadas formas y colores que las rocas componen.




Eso si, la vida que deben llevar los humildes moradores de estos secos territorios, no será en absoluto nada fácil por las largas distancias, el aislamiento, el polvo de los caminos, la ausencia de lluvias, etc.

QUEBRADA LAS FLECHAS
Es el punto natural culminante del trayecto entre Cafayate y Cachi, considerado Monumento Natural en la Argentina y que se extiende durante aproximadamente 20 kilómetros en los que se descubren paisajes semilunares con dominantes formaciones rocosas puntiagudas, algunas de ellas con más de 20 metros de altura, que logran formar estrechos desfiladeros, tales como el Paso de la Flecha y el del Ventisquero.









Una vez superado el accidente geográfico de la Quebrada, la Ruta 40 se hace más estrecha pero sigue rodeada de nuevas y bellas formaciones naturales, aisladas iglesias coloniales, y ranchos del mismo estilo que trasmiten sensación de abandono durante los 45 kilómetros que nos deben llevar por pista de ripio hasta el pueblo de Molinos.




MOLINOS
Pequeña población de solo 900 habitantes fundada en el siglo XVII, de claro estilo colonial en la que destacan dos importantes edificaciones. Su iglesia de finales del siglo XVIII y una antigua casona que tuvo sus orígenes en la hacienda que se instaló en esta serranía a 2000 metros de altitud sobre el nivel del mar. Actualmente es un bonito hotel.








Dejamos este pueblo para volver a la Ruta 40 camino de otra muy cuca y limpia población, Seclantas.
El trayecto de 25 kilómetros, que siguen siendo de ripio ofrece un paisaje más desértico y polvoriento, apareciendo los primeros cardones del día y en el que a pesar de las duras condiciones del entorno, la vida se deja ver en cualquiera de sus rincones.





SECLANTAS
Muy bella, limpia y pequeña población de estilo colonial, de solo 300 habitantes, que se puede recorrer muy rápidamente, desde su calle principal que tiene bellas y tradicionales casas, pasando por la Iglesia del Carmen y ascendiendo un poco hasta la zona del cementerio en la que destaca una bella capilla.






Dejamos Seclantas para hacer los 35 kilómetros que separan este pequeño pueblo de Cachi, nuestro siguiente destino del día.
El trayecto se hace un poco pesado porque en este tramos la ruta 40 se hace bastante estrecha, sinuosa y polvorienta, o al menos así nos pareció a nosotros, quizás porque ya iba siendo el mediodía y solo llevábamos 130 kilómetros realizados. Los tramos de ripio en las rutas tienen algo de romanticismo pero hay un momento en el que resultan ciertamente agotadoras.
En el trayecto, seguimos encontrando bellos paisajes, que acercándonos a la población de Cachi, comenzaron a ser salpicados por el color rojizo proveniente de numerosos secaderos al aire libre de pimiento rojo, con el que una vez seco se elabora el conocido en Argentina, Pimentón de Cachi.


CACHI
Llegamos a este precioso pueblo sobre las doce y media de la mañana después de varias horas de intensa ruta. Cachi tiene 7000 habitantes y se ubica 2228 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Cuenta con dos partes, Pueblo Viejo del siglo XVIII y Pueblo Nuevo que se construyó a partir de 1950. Evidentemente de los dos «pueblos» el que mayor interés turístico tiene, es el Pueblo Viejo, excelente ejemplo de conservación con antiguas y estrechas calles empedradas que acogen bellas casas blancas en las que se utilizaron para su edificación materiales locales y tradicionales, tales como la madera del cardón y los viejos adobes. Nos gustaron de modo especial las amplias puertas esquinadas de muchas de las edificaciones.








Todas estas calles giran alrededor de la Plaza principal, llamada 9 de Julio en la que además están sus edificios más importantes, la Iglesia de San José teñida de amarillo y el Museo Arqueológico de un blanco radiante.





Le dedicamos una hora a recorrer los variopintos rincones del pueblo, sin llegar a entrar al Museo que dicen requiere de 45 minutos. Estábamos cansados y todavía nos quedaba un largo recorrido hasta Salta por lo que preferimos tomarnos unas frescas cervezas acompañadas de un «tostado» (riquísimos sandwiches) .
Una vez saciamos la sed y el apetito que nos acuciaba, iniciamos la marcha en dirección a nuestro destino final del día, la ciudad de Salta que aún estaba a 170 kilómetros, aunque en este caso la mayor parte se encuentra asfaltada, al menos hasta llegar al descenso de la Cuesta del Obispo. Antes de llegar a Salta debíamos disfrutar en el camino de varias atracciones paisajísticas, como la Recta del Tin Tin, Cuesta del Obispo y la Quebrada de Escoipe.
A la salida de Cachi pudimos apreciar la grandiosidad del Nevado del Cachi, cordillera montañosa, nevada en las cumbres, de nueve altos picos siendo el más alto el llamado Libertador que tiene 6380 metros de altitud y se ubica a solo 75 kilómetros del pueblo de Cachi.

En el trayecto hasta la Cuesta del Obispo se pasa por el Parque Nacional de los Cardones, con mas de 64.000 hectáreas que cuenta con una fauna y vegetación muy variada. Una parte muy llamativa es la llamada recta del Tin Tin de 18 kilómetros de longitud y de la que se afirma fue ideada por los antiguos nativos de la zona, jalonándola con fogatas para marcar el camino. Se encuentra en una planicie a 3000 metros de altitud.







Sin dejar de ascender nos dirigimos hasta Piedra del Molino, paso de montaña de 3457 metros de altitud, situado a 93 kilómetros de Salta y que marca un cambio radical del paisaje. De la semidesértica planicie del Parque Nacional de los Cardones a los verdes valles que se generan en la Quebrada del Escoipe , en los que unas nubes casi perpetuas ascienden hasta la cima que marca la Piedra del Molino.







En la cima hay una pequeña capilla y una piedra de moler que da nombre al lugar. Desde este punto iniciamos un vertiginoso y sinuoso descenso por la llamada Cuesta del Obispo que lleva al llamado Valle Encantado. Las observación desde las alturas del verde paisaje del valle con las nubes dicen perpetuas y infinitas curvas de la carretera, es sublime.







El descenso por la Cuesta del Obispo en pleno Valle Encantado, las sugerentes formas de la montaña, invadida por verde vegetación, nubes, cardones y una tierra de color rojizo, convierten a este lugar en magia.
A pesar de que la carretera no se encuentra asfaltada y del fuerte desnivel que se salva no sentimos en casi ningún momento peligrosidad en el descenso. Eso si, se debe hacer con precaución porque no deja de tratarse de una revirada bajada por pistas sin asfaltar.








Una vez se termina la Cuesta del Obispo y se abandona el Valle encantado, y sin solución de continuidad nos internamos en plena Quebrada del Escoipe, que determina un nuevo cambio de paisaje porque el mismo se convierte en selvático de una vegetación exuberante, llena de helechos, carretera en peor estado flanqueada en algunos puntos por grandes paredes verticales.
Como dije al principio del blog, nunca me imaginé que en el Norte de Argentina hubiera espacios tan verdes, vegetados y exuberantes como este de la Quebrada del Escoipe. Unos kilómetros más arriba, a partir de la Piedra del Molino en dirección a Cachi el paisaje es opuesto a este que ahora nos encontrábamos y quizás este contraste lo hace más atractivo si cabe.




Al fin después de transitar por la Quebrada, nos fuimos aproximando a la Ciudad de Salta por verdes y vegetados valles, que al menos a mi me sorprendieron porque no esperaba este verdor del paisaje en estas latitudes argentinas.
A la entrada de Salta fuimos recibidos por el famoso perro albañil salteño.

La primera sensación al llegar a Salta fue de caos y cierta desorganización tanto humana (hora de salida del trabajo supongo) como urbanística, en las calles que nos debían llevar hasta el Hostal el Relax.
Conseguimos llegar bien a destino, pudiendo aparcar justo enfrente del Hostal, al lado del Parque San Martín, en el que se encuentra el Teleférico que lleva a la cima de uno de los lugares más visitados de Salta, el Cerro San Bernardo.
Nos acomodamos en el Hostal y pedimos consejo sobre algún lugar cercano en el que cenar. Desde el Hostal nos fuimos caminando hasta algunos de los que nos aconsejaron, estando cerrando algunos, al final lo hicimos en la Parrillada Viejo Jack 1 donde nos metimos al cuerpo unas muy buenas brochetas de carne acompañadas por ensaladas y unas buenas cervezas.