Rutas

Día 1. Ruta de 8 días por Norte de Argentina.


Ruta en coche desde San Miguel de Tucumán a Cafayate.

Famailla, El Mollar, Tafí del Valle, Amaicha del Valle y Cafayate.


Tuvimos un viaje tranquilo en el bus cama desde Mendoza, llegando a San Miguel sobre las 10 de la mañana a la estación o terminal de ómnibus, con tiempo más que suficiente para tomar un taxi hasta el Hotel Catalinas Park, lugar en el que la empresa EUROPCAR tiene una pequeña oficina para realizar los trámites propios del alquiler de coche.

Teníamos reservado un coche 4×2 FORD ECOSPORT o SIMILAR, y al final nos tocó el similar, un DACIA DUSTER también 4×2. No soy muy pijo en estas cosas, pero hubiera preferido la FORD ECOSPORT más que esta segunda marca de RENAULT como es DACIA. En todo caso el coche estaba impecablemente nuevo, sin que tuviésemos ninguna queja al respecto.


236 km

San Miguel de Tucumán

Famailla (39,7 km)

El Mollar (64,6 km)

Tafí del Valle (14 km)

Amaicha del Valle (52,6 km)

Cafayate (65,6 km)

Salimos sin incidentes de la ciudad tomando la autopista para dirigirnos a las primeras poblaciones previstas en la ruta como eran las RUINAS JESUÍTICAS DE SAN JOSÉ DE LULES y la población de FAMAILLA. Las primeras no pudimos verlas porque no localizamos la salida de la autopista y en la segunda decidimos no parar a pesar de pasar por el centro de la población. No nos llamó la atención además de ser algo caótica la circulación por sus calles en las que pululaban motos por todos los lugares y rincones.

Y es que previamente habíamos tenido nuestra primera experiencia negativa del viaje porque nos encontramos con unos piquetes de trabajadores del campo que habían tomado y cortado el tráfico de la autopista por medio de hogueras  y árboles. Nos pusimos algo intranquilos porque al llegar a la altura de los huelguistas pudimos observar que portaban palos, machetes, etc, etc inspirando poca confianza. Observé como otros turismos bajaban la ventanilla y les daban dinero a los piqueteros.

Como dice el refrán aquello de allá donde fueres haz lo que vieres, decidí ofrecer la correspondiente coima a un tipo con pañuelo y machete que al recibir el dinero les indicó a otros piqueteros que se encontraban más adelante que movieran el árbol que cortaba el tráfico y nos dejaran pasar. 

Nos sentimos bastante incómodos con la situación porque además 250 metros antes de los piquetes estaba la policía no haciendo nada que impidiera este ilegal y amenazante sistema recaudatorio.

Una vez salimos de la autopista nos encontramos con otros tres sucesivos piquetes teniendo  que volver a pagar en los dos primeros con el agravante de que en uno de ellos conversamos con un piquetero que nos preguntó donde nos dirigíamos, para una vez le respondimos solicitarnos «la tortillita»….. en un primer instante no comprendía lo del término «tortillita», pero reaccioné al momento sacando del bolsillo otro billete que dejó satisfecho al paisano, abriendo las compuertas de paso. En este caso en el mismo piquete había un policía que supongo cumplía con su deber de vigilancia velando por la seguridad de los piqueteros y de custodia de las cantidades recaudadas de esta tan honorable forma….

El último piquete con el que nos topamos nos llegó a desesperar porque no sabíamos cuantos podríamos encontrarnos en el camino hasta Cafayate. Además del coste impositivo que estaba ya significando el viaje en sus primeros kilómetros, nos preocupaba el tiempo que debíamos esperar para poder pasar.

En los primeros como pagábamos el tránsito fue rápido, pero en este final nos tuvieron parados más de una hora, en realidad estos últimos trabajadores del campo cumplieron con la normativa internacional de la ASOCIACIÓN DE PIQUETES DEL MUNDO, porque hicieron lo que deben hacer en el ejercicio de su derecho de huelga y manifestación. Nos jorobaron una hora de viaje teniéndonos estacionados bajo el sol implacable, pero finalmente nos dejaron pasar sin sacarnos un céntimo…. Cierta simpatía y respeto llegamos a tener por estos últimos en un claro principio de contagio con síndrome de Estocolmo.

Estos incidentes en los primeros kilómetros nos hicieron preocuparnos por el resto del viaje, no solo en este día sino también para los siguientes. Pero una vez dejamos atrás el último de los piquetes no volvimos a tener ninguna incidencia adicional ni en el resto del día, ni en el resto del viaje que fue perfecto en este sentido.

Pasado este desagradable trago nos encontramos con una muy buena carretera y un recorrido paisajísticamente muy destacable hasta llegar a  la Quebrada Las Sosa por la que discurre el Rio Los Sosa, en torno a la Reserva Natural del mismo nombre formada por 900 hectáreas.

El discurrir de la reserva en el sentido de nuestro viaje comienza con una espléndida selva subtropical de yungas, plagada de laureles, lapachos y jacarandás.

Un punto importante en el trayecto es la ESTATUA DEL INDIO de seis metros de altura y obra de un escultor local.

Siguiendo la quebrada se llega hasta el Mollar y Tafí del Valle en los que se abandona la selva subtropical para desembocar en paisajes de verdes prados y un amplio valle en el que se ubica el lago artificial El Mollar, también llamado embalse de la Angostura.

Justo a la llegada por carretera al lago, hay una desviación que lleva hacia la pequeña población de EL MOLLAR. Desde ese punto y en el pequeño recorrido hasta el pueblo se disfruta de unas muy bellas panorámicas.

En el pequeño pueblo de El Mollar hay un parque arqueológico, el de Los Menhires en el que se agruparon más de 130 de estos pedrolos, algunos con más de 2.000 años de antigüedad. Cuando llegamos estaba cerrado el acceso pero pudimos hacer alguna foto desde sus exteriores.

De vuelta pasamos por la población de TAFI DEL VALLE, población de 3400 habitantes y eminentemente  turística, en la que hay una importante oferta de turismo de naturaleza.

Pasando Tafí, pusimos rumbo al paso llamado Abra del Infiernillo que es un paso de montaña a 3042 metros de altitud que une el Valle del Tafi con los Valles Calchaquies. En el sentido de la marcha que nosotros llevamos el paisaje en un principio es el propio del Valle de Tafí con verdes praderas, generalmente nublado y con una humedad que se palpa en en el paisaje y en el ambiente.

El paso de ABRA DEL INFIERNILLO marca un cambio paisajístico, puesto que unos pocos kilómetros más allá del mismo el paisaje cambia de forma radical para encontrarnos con el casi perpetuo cielo azul de los Valles Calchaquíes, prácticamente desérticos.

En el mismo paso algunas edificaciones y nuestro primer encuentro con parte de la fauna de estos territorios, en este caso unas aburridas llamas que allí se encuentran atadas, supongo que habituadas y cansadas de tanto turista que pasa tomando la inevitable fotografía.

Una vez se empieza a descender se divisan una parte de los Valles Calchaquíes puesto que estos se extienden durante 520 km entre las provincias de Salta, Tucumán y Catamarca. Como ya he dicho en el descenso se hace muy apreciable el cambio del terreno pasando a ser casi desértico contando con los Cardones como vegetación estrella.

Este descenso plagado de vegetación desértica pero bastante verdosa, suaves colinas y plagadas de cardones, es un auténtico balcón desde donde se divisa el Valle de Yocavil o Santa María que nos gustó sobremanera.

Al final del descenso nos topamos con la población de AMAICHA DEL VALLE, pequeña núcleo de solo 1397 habitantes y en la que habita una de las últimas tribus indígenas del noroeste argentino, representantes de la cultura diaguita.

En febrero celebran durante tres días la fiesta de la Pachamama, coincidiendo con el carnaval. En esta fiesta eligen la Pachamama (Madre Tierra) que debe ser la mujer más anciana de la comunidad.

A la entrada o salida de la población se ubica el Museo de la Pachamama, creado en 1996 con diferentes salas dedicadas a la Geología, Antropología y Ciencias Naturales, así como diferentes salas destinadas a exposiciones de diferentes artes plásticas representativas de las diferentes tribus que habitaron en los valles Calchaquíes. Nosotros no entramos pero desde la zona de entrada pudimos apreciar símbolos mitológicos dibujados en los edificios y varias esculturas representativas de dioses milenarios.

Una vez abandonamos Amaicha, seguimos con la intención de llegar a nuestro destino final, Cafayate de la provincia de Salta una vez se pasa la población de Colalao del Valle aún en la provincia de Tucumán. Antes visitamos las RUINAS DE QUILMES.

Para ello previamente, debemos llegar hasta cruzarnos con la mítica Ruta 40 tal y como se puede ver en el siguiente mapa, y antes de girar a la derecha en dirección Cafayate hay que tomar una pista de tierra que nos llevará hasta está histórica ciudad arqueológica.

De la ruta 40 ya escribí sobradamente en la página del blog sobre el viaje que hicimos en 2013 por el sur patagónico argentino.

Por este motivo no me extenderé al respecto, para los argentinos no hay mucho más que decir sobre esta carretera porque es de sobra conocida por todos ellos, esencialmente porque cruza la totalidad del territorio argentino desde el norte y hasta el sur con un total de 5310 kilómetros. Y para el resto solo con nombraros esta referencia acerca del total de sus kilómetros , puede daros una idea de la importancia de la ruta en un país tan extenso como es Argentina.

El descenso desde Amaicha y hasta toparnos con la ruta 40 ofrece bellos paisajes con las imponentes montañas al fondo.

Como todo en este gran país, nos encontramos con que esas cosas de la naturaleza por estos lugares tienen siempre una mayor dimensión, y como prueba estas telas de araña que invaden y encarcelan al pobre árbol de la imagen.

Las RUINAS DE QUILMES, son un conjunto de restos arqueológicos situados en un cerro de la sierra de Quilmes a 1978 metros de altitud y que constituyeron el mayor asentamiento humano prehispánico de la Argentina habitado desde el año 800 d.c. Estos indígenas resistieron la ocupación española durante 130 años hasta que en el 1.666 fueron vencidos.

Y cosas de la época (no tan diferente a algunas actitudes actuales ) los vencedores quisieron ejemplificar el castigo que recibiría este bravo pueblo. Quisieron desperdigar a la población obligando a los jóvenes y hombres en edad de poder dar guerra, a desplazarse hasta Buenos Aires, caminando los más de 1300 kilómetros que las separan. Evidentemente muchos no sobrevivieron, los que llegaron fueron explotados y exclavizados hasta que fueron totalmente aniquilados.

Son un conjunto de ruinas, edificaciones y viviendas en las que habitaron los indios Quilmes, enemigos de los indios Calchaquies, que dan nombre a los valles, pero que se unieron para resistir la invasión española.

Además de las ruinas en sí mismas y de su valor histórico y arqueológico, es muy destacable también su valor biológico porque hay en las mismas ruinas y en su entorno con un gran número de Cardones, que son unos enormes cactus.

Mi ignorancia sobre esta materia me hacía pensar en mi imaginario particular que los cactus debajo de ese aspecto externo espinoso, tienen un cuerpo esponjoso, pero nada más allá de la realidad. Estos cactus gigantes son enormes árboles de una madera muy apreciada y trabajada en aquellas zonas. Debajo de sus púas y espinas,  hay madera para dar y tomar.

A la entrada del recinto hay una serie de paisanos que por módica una propina te hacen una breve explicación del lugar o una guía más completa.  Nosotros nos decidimos por una breve pero muy interesante reseña histórica que nos permitió conocer la dramática historia de los pobladores de aquellos valles, así como los esfuerzos realizados para la recuperación, no solo del lugar histórico, sino también del espíritu local e indígena.

Después de la explicación recibida nos dimos unas vueltas por diferentes puntos del recinto, compuesto como digo por las ruinas de las diferentes edificaciones que allí existieron en siglos pasados. Todas ellas, ahora rodeadas y protegidas por cardones, algunos de ellos milenarios y de tamaños soprendentemente grandes.

Terminamos con la visita y pusimos rumbo al Cafayate pasando por lo tanto a la bella provincia de Salta.

El trayecto hasta esta población fue muy hermoso gracias a la especial luz reinante en el atardecer lleno de color y esponjosas nubes que daba un aspecto impecable a las montañas y viñedos que dominan el paisaje, dando vida a este espectacular valle. En este entorno se nota la importancia del turismo y el negocio relacionado con el mundo del vino, encontrándonos carreteras y espacios sumamente limpios y cuidados.

Fuimos directamente a el Hostal donde Gustavo , su dueño,  nos recibió muy amistosamente , dándonos algunos consejos de lugares en los que cenar. Nos decidimos por el cercano Restaurante El Retoño de la Bodega Nanni al que nos acercamos a primera hora de la tarde noche, cansados y hambrientos como estábamos. Como fuimos relativamente pronto cenamos con absoluta tranquilidad, siendo los únicos clientes del restaurante. Al final de nuestra cena llegó un grupo  de amigos argentinos y españoles. Con esa tranquilidad,el folclore que sonaba suavemente como música de fondo y las buenas viandas disfrutamos de un merecido descanso.

Nos tomamos un vino Tannat joven que nos supo muy rico que regó unas sabrosas empanadas de carne y queso, brusccheta, humita, picada de jamón , bondiola, quesos y jamón cocido cortado en tacos. El precio de 300 pesos (unos 30 euros) resultó razonable.

Lo único negativo del día fue el avance de la conjuntivitis vírica con la que ya amaneció María José el día de nuestra partida desde Mendoza. Los profeta médicos, que se equivocan raras veces, pronosticaron que le iría a más y que con total seguridad contagiaría a su acompañante de viaje, en este caso este que escribe que con el paso de los días también sufrió los rigores de esta incómoda molestia. Estoy escribiendo estas letras a mediados de agosto de 2015 y aún las secuelas del virus hace de las suyas en el ojo…..tanto María José como yo mismo tenemos todavía visión reducida en los ojos afectados, dolores y molestias tomando todavía gotas y colirios varios para  aminorar los efectos de este insidioso virus que te joroba los ojos. Y nos dicen que las consecuencias pueden durar más de un año.




 

 

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